*Por Juan Carlos Hernández Ascencio
Las instituciones son entes públicos que dan vida a la gestión para la ciudadanía, son variadas en su conformación y estructura política, social, económica, cultural, de salud, educación y muchas más; son y han sostenido entre los mexicanos el andamiaje que, con apego a la legitimidad han prestado un servicio profesional para bien de los interesados y obtener con esos servicios ventajas, y estabilidad en todo sentido.
Así es como ha funcionado en general la simbiosis gobierno-gobernados, y que diferentes organismos unos autónomos del gobierno y otros propios de él, son respetuosos de la dinámica legal, que les mandata hacer y obedecer, así simplemente para cumplir con lo que la ley en su caso les faculta para su desempeño y su cumplimiento.
Hay instituciones acreditadas y robustas, cuyos cimientos es la ley clara y puntual que les mandata respetarla y hacerla respetar, si ello no gusta a terceros pues no hay más, que acatarla. ¿O cuándo la aplicación de la ley es negociable? La pregunta obligada ¿El INE y Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, serán parte de este desmantelamiento? Veamos qué dicen los paladines y defensores de la patria: los señores diputados.
La sensatez y prudencia política deben imperar en beneficio del bien común, las decisiones tomadas de manera inteligente y pensadas son las que dan mejor resultado en la inmediatez y a futuro. Es así justo, como se han fundado grandes instituciones al servicio de los mexicanos.
No son tiempos de populismo que, comprobado está, que en otros países no funciona como garantía para enaltecer y salvaguardar a sus mejores instituciones, o de lo contrario preguntarnos ¿Dónde están esas instituciones? Solo revisar en los hechos históricos, probables y comprobables que se han achicado, que no gozan de libertades plenas, en ciertos países de Latinoamérica. Malas decisiones, el factor principal de la generación de su debilitamiento de sus principales instituciones.
Pues bien, eso no puede ni debe pasar en México, con respecto al tema de la tan anunciada reforma electoral ya en ciernes de revisión y quizá negociación. Cuando algo funciona no es momento de cambiarlo. La ley electoral, así como está funciona, ha funcionado y va a funcionar a cabalidad para las siguientes elecciones constitucionales. ¿Por qué la insistencia de querer a como dé lugar cambiar o debilitar el sistema electoral en México?
Se ha dicho que el populismo versus república es una respuesta y solución, el populismo en vez de ver qué atajos atrae para jugar con las pasiones y emociones de la gente común, o de prometer lo que no es posible, o de jugar con la necesidad. La Republica supone lo ideal porque encierra, las tres formas de gobierno: Monarca-presidente, Aristocracia-parlamento y Democracia como vehículo y vía de comunicación. Por lo que, en la República convergen todas las corrientes y posiciones para hacer gobierno y gobernanza.
Tenemos como forma de vivir una democracia real y respetada en el país al menos de hace 32 años hacia acá, desde los inicios precisamente del Instituto Federal Electoral, ahora INE y de la independencia de los Tribunales Electorales. Quienes crean que modificar la ley es para afectar a solo instituciones del Estado, no deben olvidar que, de tras, delante y a los lados de ellas, converge la ciudadanía que en realidad fortalece y ayudan en cada elección a realizarse.
En un país donde le dicen que todo va bien, pero voltea a su primer círculo y ambiente y ve que no es así, no deberían moverse los cimientos de la estructura de la paz social, de la paz política, de la concordia para elegir a los representantes de los diferentes cargos públicos. No debe trastocarse a las instituciones, estas que son garantía de beneficencia política para todos los mexicanos. Lo menos que se espera es prudencia y un amplio análisis. Que no llegue el rumor de la discordia.