Por Juan Carlos Hernández A.
México, es y ha sido un país que, a pesar de sus vicisitudes, problemas y malas rachas, ha salido adelante con el coraje que le distingue, sin embargo, no sabemos por cuánto tiempo más será que su gente tenga el temple de soportar las adversidades, que un día y el otro también se presentan ya como ordinario, sin “novedad” en la historia de un México truncado en varias aristas.
En el imaginario público, hay un simbolismo importantísimo en la tragedia personal que a su vez es la tragedia de todos, es nuestra tragedia compartida, un país que enfrenta violencia, deshumanización, corrupción, falta de empleo, desorden social, crisis económica todo ello in crescendo; ante ello la tragedia de la no esperanza, el anhelo de un México entero, que quiere y desea paz, que una y otra vez se ha tenido que postergar; los acontecimientos del día a día así lo muestran. Nada cambia, para bien, pero si para mal. La estadística, el dato duro ahí está.
Es complicado saber con exactitud porqué nuestros paisanos se lían a gritos, empujones y a veces a golpes en lo público; quien sabe qué les motiva ese comportamiento sabiendo que son parte importante del “civilizado país”. Aunque pensándolo bien diferencias las tenemos todos, solo que no todos tenemos esa alta representación ciudadana de tal importancia, como nuestra clase política, pero que también suelen liarse de igual forma, solo que las consecuencias son otras, en donde solo queda en un mal espectáculo.
Sin embargo, creo con toda certeza que nuestra clase política debe entender que tienen una alta responsabilidad, en cogobernar haciendo las mejores propuestas de leyes, las loables y reales políticas públicas asequibles, aunque deberían empezar por respetarlas desde un principio, que por cierto en esta temporada eso, a veces no pasa. Qué vemos ¿Un espectáculo circense acaso?
México no saldrá avante sin la aplicación de las leyes, la administración pública, pues quienes pagan las consecuencias serán los mismos ciudadanos, que esperan de prudencia y cordura, la más elemental muestra de acción, ¿será que les falta ganas para trabajar? Pues, para dominar el impulso debido a sus propias ideologías y desavenencias deberían estar preparados para hacer respetar el reglamento, las leyes, pero también hacerlo respetar. La situación del país no está para que un grupo de personas de tal nivel hagan lo que les venga en gana, mirando solo a fines a sus intereses. ¿o sí? Necesitamos la prontitud de lideres.
Arrastramos años de crisis de valores, impera el interés personal, por encima del general, no sabemos trabajar en equipo, somos egoístas, unipersonales, equivocadamente no pensamos qué nos mueve y qué no para hacer sinergia. Ver el futuro inmediato prometedor, es trabajar para ello, pero no entendemos, somos momentáneos, no planeamos, no prevemos, no ahorramos, no hacemos por pensar en una mejor comunidad, municipio, estado y país.
Sin embargo, tenemos el valor de sobreponernos a la tragedia, sí, pero hasta cuándo, no nos sobreponemos de una cuando ya está la otra; México es todavía un país truncado, que no avanza, que no direcciona rumbo fijo. No aún. Cada uno hace su esfuerzo, pero no hay participación ciudadana a plenitud, nos desinteresamos por la cosa pública, pero el tejido social en su conjunto esta hoy día truncado también, quien crea que vamos bien, no se ha revisado, pero la verdad es que no lo está.
Hacer con alto profesionalismo lo que nos toca, y esperar de otros lo mismo, en la inteligencia de fincar un mejor porvenir, hagamos nuestra parte, un paso a la vez, pero no dejar el camino ni dejar de caminar. Sea pues. Sursum corda!