*Por Juan Carlos Hernández A.

Mentir es la forma más fácil de salir de un apuro, de ocultar lo cierto, por interés mezquino, pues la mentira y aún la “piadosa” no genera ganancia inmaculada, sino todo lo contrario. El ser humano tiene en su propia naturaleza la tendencia a hacer el bien, pero a veces el mal (esta inclinación es la más frecuente) ello implica factores preponderantemente de qué y cuáles valores tiene y en qué orden, pues los hay económicos, sociales, de fama, religiosos y un amplio etcétera.

Dice San Agustín: “Al fiel y al mentiroso hay que juzgarles no por la verdad o la falsedad de las cosas, sino por la intención de su mente. Se puede llamar equivocado o temerario a quien afirma un error pensando que es verdad; pero no se puede llamar mentiroso, porque no tiene corazón doble y no tiene apetito de engañarnos, sino que se engaña”. (La mentira en San Agustín, pág. 47 Remo Gramigna)

“La idea principal que San Agustín parece querer expresar es que quien miente habla conscientemente y voluntariamente contra aquello que cree. Es mentiroso, por tanto, quien sabe que miente, mientras que quien comete un error, diciendo algo falso, pero considerándolo verdadero, lo hace por ignorancia” (La mentira en San Agustín, pág. 48)

Diferenciar que, mentir para salir avante de un problema, no es de ninguna manera aceptable, pues la mentira es detestable y contraria a la rectitud del ser humano, cuántas personas conocemos por sus propias mentiras y denotan tanta seguridad, pero que al cabo del tiempo son descubiertos por sus propios actos, por la historia, por todos.

Hoy día es moda mentir, decir verdades a medias o mentiras completas, hay tanta habilidad para obrar el mal y no el bien, que es preocupante como nos dejamos llevar por la influencia de personas falsas y que al final del día dañan los sentimientos de sus semejantes con tanta frialdad. Pero también la mentira puede dañar el factor económico, social, político y vaya usted a saber qué más.

Hacer lo posible por ser más íntegros, también ser portadores de la verdad, tener prudencia en el hablar y decir, sabiduría en discernir -separar lo bueno de lo malo- educar y dar ejemplo de fidelidad a la verdad nos hará mejores personas, tener el valor de pregonar con verdad sea cual fuere el riesgo, pero de que hay ganancia la hay. Estemos atentos a la información que nos llega y usar el prejuicio en su justo medio para poder comparar.

Tomas de Kempis dice: “Toda la perfección de esta vida tiene consigo cierta imperfección; y toda nuestra especulación no carece de alguna oscuridad El humilde conocimiento de ti mismo es más cierto camino para Dios que escudriñar la profundidad de la ciencia. No es de culpar la ciencia, ni cualquier otro conocimiento de lo que, en sí considerado, es bueno y ordenado por Dios; más siempre se ha de anteponer la buena conciencia y la vida virtuosa. Pero porque muchos estudian más para, saber que, para bien vivir, por eso yerran muchas veces, y poco o ningún fruto hacen”. (Por: Tomás de Kempis, Fuente Imitación de Cristo libro primero De la doctrina de la verdad, Avisos Provechosos para la Vida Espiritual,)

Justificar que, porque todos mienten y por ello debemos hacerlo igual, es rebajarse al nivel de la ignorancia supina de las consecuencias que ello trae. Será mejor aprovechar el valor de la verdad. No crea todo lo que le digan, pero si compruébelo, no vaya a ser una mentira. ¡Hágale pues!

*El autor es Maestro en Gestión Social y Políticas Públicas.