Por Juan Carlos Hernández Ascencio

El dinero no es la vida, es tan solo vanidad, quizá un suspiro. Sin embargo, es bueno porque da seguridad a las personas, pues viven despreocupadas del qué comerán, qué vestirán o qué calzaran. Es por lo tanto aspiracional y lícitamente aceptable buscar el bienestar propio y familiar. Sin embargo, para la cuestión de administración publica, transformar no significa mantener dando dádivas que quitan la oportunidad de aspirar a crecer, crear y a producir, trabajo, talento e inteligencia en bien de un oficio a desempeñar.

Los temas de salud, economía familiar, educación y seguridad no se han visto modificados para bien, sino tristemente para mal. Parecen estar fuera de control de gobierno. Vea usted las noticias. Ahora que, como estrategia política declarada por el Ejecutivo federal, tampoco se ve a largo plazo vaya a funcionar. No es permanente como solución definitiva para resolver los problemas sociales que aquejan a nuestro México, pues con los dichos (demagogia pura) solo se prolonga la ilusión en quienes creen que vendrán tiempos mejores, aunque constaten un día sí y otro también que no es así. Triste realidad, pero eso hay.

Ahora que, decir que se necesitan a los pobres para gobernar o seguir un plan de acción, de trabajo o de políticas públicas, es por decir lo menos una ofensa a la condición del sector de mexicanos que desgraciadamente viven en extrema pobreza. Como si fueran parte de un laboratorio político; imagine usted amable lector, usted que trabaja, que produce y que tiene la oportunidad de educarse, que emprende, y busca como sea lícitamente proveerse de todo lo que sea necesario para vivir en la mediana clase social (económica), es decir, usted no es considerado “útil” para proseguir un plan en política del actual gobierno, pero si es usted el que con sus impuestos generados por su trabajo el que aporta a ese gobierno, para que a su vez, se provean los dineros para todo tipo de programa social. Pues mire usted que contradicción.

Convertir a los pobres en clase media, quizá seria riesgoso para los planes que al Ejecutivo convengan, empero no podemos aceptar que se trunque la aspiración a ser y tener mejores condiciones de vida de esos pobres, en todo: salud, trabajo, educación, seguridad, entre otros más. Cómo podemos pensar que tenemos que mantener a los pobres así, ¿pobres? Algún viejo amigo me decía: “si quieres ver mendigos da caridad”; sabias palabras para la situación en que nos encontramos. No deberíamos pensar en mantener la situación como se encuentra sino de propiciar y convocar a una gran planeación nacional en favor de realzar las mejores y funcionales políticas publicas para producir en todo sector. México necesita de técnicos, de especialistas en oficios diversos.

Por lo que, no hay que pensar siquiera en mantener a los pobres. No. sino mas bien encontrar la formar de ayudarles a salir de esa pobreza económica, emocional y de condición social en la que se encuentran. Una forma que no falla es educarles, con ciencia y conocimiento. Tiempos buenos vendrán o no, eso depende de la actitud con que lo veamos, lo asimilemos y lo queramos, cada uno en su sano juicio y con buena cara ha de tomar lo que a la razón le convenga este año que estrenamos. Feliz año 2023. ¡Hágale pues!

 

*El autor es Maestro en Gestión Social y Políticas Públicas.