Por Juan Carlos Hernández A.

Normalmente conocemos que la brújula es un utensilio para guiar con certeza al que está desorientado o al que inicia un trayecto, un camino con rumbo fijo y necesita saber que llegará bien a su destino, despreocupándose de alguna etapa de extravió, pues seguro va, al saber exactamente a qué lugar se dirige.

Qué pasa con las personas, qué con las instituciones, qué con la sociedad, qué con la educación, qué con la inseguridad, qué con la crisis económica y también de valores personales, éticos y de todo sentido que nos hacen ser buenas personas y que al parecer perdieron la brújula que quizás inclusive ni cuenta se han dado, aunque si es notorio y patente la situación por la que estamos atravesando. Es probable que sean preguntas que alguien se esté haciendo o peor aún nadie las haga, aunque si lo sienta, si lo ve, si lo sufra o peor aún, lo practique.

México es un país pluricultural y en el que hay manifestaciones disímbolas, en dónde unos y otros se entienden y dan cabida y “elocuente tolerancia” a las distintas manifestaciones de gustos, preferencias y también de orden ideológico; empero tenemos la sensación de que hemos perdido la brújula, pues se ha estancado en crecimiento económico, la educación no se ve próspera e  innovadora, ( más bien convulsa)  ni hablar de la inclemente inseguridad, los despidos laborales, (cada vez más crecen los tianguis, en la economía informal) y ello es muy normal, en algo se tienen que ocupar las personas para llevar el sustento a su familia.

Hemos perdido la brújula, también en el trato en y hacia los demás, en la decencia, en el pudor, en el hablar, en mostrar las mejores actitudes, en las relaciones públicas donde solo se muestran intereses individuales, donde lo que más enseñamos es el cobre de la ignorancia, pero estamos prestos en el opinar, sin conocimiento del tema, en donde sí criticamos al del frente, sin hacer primero una introspección hacia nuestra persona.

La brújula no funciona si la sociedad misma no la quiere y toma en cuenta para definir rumbo, camino seguro o buen arribo a puerto en el amplio y basto mar del comportamiento humano; entonces debemos de hacer un alto, mirar el paisaje y ver qué oportunidades tenemos al alcance en el corto, mediano y largo plazo, para planear y ejecutar al momento. Aprovechar las coyunturas en todo sentido: profesionales, laborales, de relaciones, de ayuda y hasta de compresión y aceptación proba, ante los demás.

Este país esta urgido de contar con políticas públicas que sean esa brújula por donde se lleve la buena administración, por cuanto el destino nos alcance en realizar las buenas prácticas, por donde la educación sea mucho más perfecta y asequible para todos, por donde la economía pueda avanzar al crecimiento y exista un respiro a la menguada bolsa familiar, donde exista verdadera estrategia contra la delincuencia, y genere esa paz y concordia hoy perdida. Todo ello claro, deberá ser con unión de esfuerzos, pues de poco servirá, que los gobernados quieran hacer sin el apoyo abierto y claro del gobierno y las instituciones que para ello existen, hay que hacer gobernanza, una vez más.

No perdamos la brújula, hacer todo lo posible dentro de lo deseable, con ánimo, con inteligencia, con respeto, con pasión y vehemencia, en el entendido que México, nos importa como nación. Tome su brújula y defina el camino. ¡Hágale pues!