Por la Mtra. Atziri Arroyo Ruiz, Académica de la Universidad Autónoma de Guadalajara (UAG)

Ser madre puede significar y traer consigo muchas cosas. Por ello, a lo largo de los años la Psicología, la Medicina y la Sociología, entre otras ciencias, han tratado de dilucidar de qué trata la maternidad. La biología sostiene que trata del cuidado de la dependencia a fin de mantener a las futuras generaciones, y así a la especie. Pero es claro que el papel de una madre no se reduce únicamente a mantener vivos a sus hijos durante las etapas vulnerables del desarrollo.
El papel de padres y madres incluye el hecho de criar, sostener y acompañar, lo que trae consigo la tarea de no solo satisfacer necesidades fisiológicas, sino también cognitivas y emocionales. Está responsabilidad, que se lleva a cabo con amor, es también un trabajo de 24 horas, sin días libres, y que a su vez trae consigo la necesidad de alimentar, de proveer techo y vestido, de guiar, dar afecto, acompañar, enseñar y curar.
De manera popular, se sabe que en el siglo XX muchas madres se quedaban en casa encargadas del 100% de la crianza de los hijos, que solían ser más de los que tiene hoy la familia promedio. En familias numerosas, las madres, además, adquirían la necesidad de gestionar la convivencia y las tareas del hogar repartidas entre ella y los hijos mientras el padre salía a trabajar. Esto les permitía a las madres estar al pendiente de sus hijos la mayor parte del tiempo e involucrarse de un modo más directo en la crianza.
Respecto a los cambios en el tiempo, no hay duda de que el amor de madre es invariable; sin embargo, los estilos de crianza y la manera en que las madres se involucran en la crianza han ido cambiando con los años. Esto se debe a muchos factores, entre ellos los cambios sociales, políticos e incluso, económicos.
Lo que ha derivado en un cambio de rutina e incremento en las responsabilidades. Hoy en día la madre y el padre tienen responsabilidades domésticas de crianza más similares y equitativas. En consulta he notado que, ya en muy pocas familias, alguno de los padres se queda en casa. En la gran mayoría ambos padres trabajan, y los hijos, que ya suelen ser dos o tres, se quedan al cuidado, ya sea de los abuelos o un cuidador contratado.
Es evidente, en la atención psicológica a niños, que ellos, con la rutina y el contexto social en donde en las familias de los amigos también trabajan ambos padres, han ido aprendiendo que el hecho de no convivir todo su tiempo libre con los papás no implica una falta de amor. Sin embargo, no todos los niños afrontan de forma sana o funcional este hecho.
Por ejemplo, algunos tienden a refugiarse en las pantallas, redes sociales o relaciones interpersonales que no siempre son buenas para ellos. Por lo tanto, para las madres es necesario un reconocimiento doble, ya que se hacen cargo de la loable tarea de dar vida, criar, proveer y estar incondicionalmente para sus hijos equilibrando su vida personal, su papel como madre, hija, esposa, hermana y trabajadora en un mundo que le demanda cada vez más responsabilidades y le presenta un contexto que le genera muchos retos, puesto que hay más peligros, así que se le presentan desafíos nuevos propios de nuestra época que requiere más trabajo y complejidad en la forma de comunicarse con los hijos, transmitir valores y generar confianza y herramientas para la vida.

  • La Mtra. Atziri Arroyo Ruiz, es profesora de Psicología y pertenece al Departamento de Humanidades y Desarrollo Humano de la UAG