CUANDO UN AMIGO SE VA.

Por Juan Carlos Hernández.

A la memoria de Ricardo Sánchez.

Si es verdad que para morir nacimos, también lo es que no estamos preparados para morir y quizá menos para ver morir a los demás, máxime cuando se trata de un amigo. Los creyentes saben que la única y real eternidad está después de pasar esta vida, sin embargo que difícil se hace aceptar está verdad. Hay desconocimiento personal sobre el tema, pero no ignorancia. No. Sabemos por las lecturas, consejos, testimonios de personas que sí hay la creencia de un “más allá”.

Seguramente usted ha tenido, como todos, una lamentable perdida de un ser querido, cercano o no, amigo o familiar, y por demás es una etapa de confusión, de asimilar esa crisis emocional que se provoca el tener que desprenderse de esa persona, el saber que no se le verá jamás en el tiempo de esta vida. Pero que existe la posibilidad de verle en la otra. En la eternidad misma. Hay quienes lo creen y dan fe y hay quienes no, es por ello el libre albedrío.

Ahora, permítame personalizar la presente colaboración, a la memoria de un buen amigo, que acaba de fallecer hace unos días. Un hombre hecho y derecho, de buena familia, católico de profundas convicciones espirituales y morales, padre de familia, con cuatro excelentes hijos, humanista, muy sociable y amigable.

Conocedor de la historia nacional e internacional, critico, audaz, perspicaz, agudo y muy atinado en sus opiniones. De pensamiento claro y directo. Sencillo y por demás humilde en su carácter, pero alegre, de muy buen sentido del humor, se reía de sus propias gracias. No era de enemigos, solo de decir realidades con valor, con sentido de ver y querer cambiar su entorno más próximo, su ciudad, su estado y México mismo.

Forjador y hacedor de juventudes en política, consejero de confianza en algunos círculos políticos en los que se hizo presente con gallardía e inteligencia. De esas personas que leen y absorben los libros con facilidad y luego los comparten en conferencias, ponencias, reflexiones y círculos de amigos en donde siempre dejaba conocimiento y experiencias compartidas. Fiel a sus ideas. Noble y autentico.

Lucido e impenetrable en sus ideales, fijos y loables, en los que creía y divulgaba, fue conocedor del periodismo crítico, se aseguró de fundar con otros de sus amigos páginas web de revistas digitales y espacios para difundir la información estructurada de la mejor manera posible. Líder en todo sentido, en sus propios círculos en que se desempeñaba. Tenaz y perseverante observador de la realidad mexicana. Eso y más era el personaje a quien tuve el gusto de conocer a mis 17 años. En lo que por destino de la vida nos tocó hacer una excelente y desinteresada amistad, de esos pocos amigos que se eligen como si fueran propios hermanos.

Ahora ya no está. La vida es un suspiro que se va muy de prisa. El misterio de la muerte nos acecha y nos recuerda que está presente. Solo experimentamos lo que vemos pasa a otros. Queda estar preparados para ese finito día. Será tiempo hoy y ahora de recapitular en nuestra propia conducta y en lo que hacemos, seguramente a usted como a mí, nos ha tocado la amarga experiencia de despedir con tristeza a un ser que compartió la vida y que por desgracia para los estamos aún aquí, nos compartieron también su muerte.

Ricardo Sánchez, tu vida fue fructífera, tu amistad entregada y sincera, de un corazón bondadoso, grande y agradecido siempre; nos quedas a deber tus memorias, pero nos dejas un legado idealista, inmortal y de altos vuelos. Descansa en lo absoluto, en lo eterno, que pronto o tarde al fin, nos veremos de nuevo. Sea pues.

El autor es Master en Gestión Social y Políticas Públicas.