Redacción
La mayoría de los estudiantes no están de acuerdo en que los programas de estudio se desarrollen cien por ciento en línea, pero tampoco están conformes con la idea de volver a la presencialidad como a principios del año pasado, afirmó el doctor Carlos Iván Moreno Arellano, Coordinador General Académico y de Innovación de la Universidad de Guadalajara (UdeG).
Dijo que la adecuación de las dos modalidades –tanto la presencial como la virtual– en un modelo híbrido es el gran reto cuando haya las condiciones para ello, y agregó que la educación superior cambió de manera dramática. Por ello, alumnos, profesores y directivos no pueden volver a ser los mismos.
El funcionario participó en la jornada de conferencias “Apertura del ciclo 2021 posgrados”, que organiza el Centro Universitario de Tonalá (CUTonalá), con el tema “Reto de las universidades públicas durante la pandemia”.
Declaró que la mayor parte de las y los estudiantes opinan que la UdeG debe de transitar hacia un modelo híbrido, de acuerdo con una encuesta realizada a estudiantes del calendario 2020-A, que además evidenció que 34 por ciento utilizan su teléfono celular para continuar con sus estudios, y 29 por ciento dicen que sus profesores mostraron voluntad para adaptarse al cambio.
En una encuesta del Foro Económico Mundial, con base en una muestra de 27 mil participantes, casi 50 por ciento concluye que el mejor modelo para el aprendizaje universitario es el híbrido, y considera que en cinco años todas las universidades serán híbridas.
“No vamos a volver a las clases presenciales de tipo tradicional. Vamos a combinar de manera intensa las tecnologías y la presencialidad”, añadió Moreno Arellano.
Esta disrupción digital obliga a transformar las prácticas presenciales. El escaso tiempo en las aulas y laboratorios se tiene que utilizar de manera más rica y significativa, sabiendo que los estudiantes, de manera previa, se empaparon del conocimiento que antes se transmitía en las aulas y laboratorios.
El estudiante, gracias a Internet, tiene la oportunidad de tener las mejores charlas con mentes brillantes de manera gratuita, desde su celular; eso obliga a los docentes a cambiar las prácticas presenciales, a aprovechar el tiempo para discutir y problematizar, y no sólo para comunicar o transmitir conocimientos.
Los docentes en este esquema deben de considerarse gestores de la atención. Tienen que competir por la atención de los estudiantes y ganar esa competencia. Es decir, hacer las clases dinámicas, atractivas y creativas.
Moreno Arellano destacó que, a raíz de echar mano a la virtualidad por causa de la pandemia del COVID-19, en la UdeG la colaboración nacional e internacional se ha visto fortalecida, a pesar de que fue afectada la movilidad física.
La pandemia o pospandemia no necesariamente van a implicar el que se tenga que duplicar la matrícula. “Es deseable un incremento en la misma, con responsabilidad social, pero hay que hacerlo con calidad”, matizó el universitario.
El modelo híbrido probablemente facilitará el aumento de la matrícula, pero es un tema delicado. La Universidad no le está apostando a que dramáticamente vaya a ampliar o redefinir los modelos de selección, pero sí se van a ampliar las oportunidades, a nivel global, de acceso al conocimiento.
Agregó que la transformación en las prácticas pedagógicas y en ocasiones culturales implican un reto en medio de un panorama donde sólo 44 por ciento de las familias mexicanas tienen acceso a una computadora, y ante una escasez tremenda de recursos en las universidades públicas, con la inversión por alumno más baja de los últimos 20 años, ajustada por la inflación.
En el sexenio anterior esta caída ya estaba ocurriendo, pero en este sexenio se ha acentuado, explicó.
Ha habido una reducción de recursos por fondos extraordinarios, y la UdeG se ha visto afectada, ya que era de las universidades que más recursos obtenía, subrayó.
“Son momentos difíciles para las universidades de todo el país, y sobre todo para la UdeG, porque era de las instituciones más exitosas por los proyectos que presentaba y en bajar recursos extraordinarios”, enfatizó Moreno Arellano.
La salida, ante el poco crecimiento de recursos para las universidades, implica reducir la dependencia del gobierno federal y del subsidio público; apostar más por los programas cortos y la educación continua; demostrar de mejor manera el valor público y social de la Universidad, e invertir en innovación sistemática y profundizar el modelo descentralizado de la Red Universitaria.