Por Juan Carlos Hernández A.
Casi todos sabemos querer, pero pocos sabemos amar, dice la célebre canción del extinto talentoso mexicano llamado el príncipe de la canción José José, y es verdad entre amar y querer hay una diferencia puntual: negarse a sí mismo en beneficio del otro. Pues querer es egoísta y amar es darlo todo por el todo.
Y es que mire usted que la vida que hoy día pasamos es por demás exigente en esos momentos aciagos dónde al parecer nadie da cuenta de realizar un esfuerzo y menos un sacrificio por el otro. No son muchos los que se preocupan por el bienestar del amigo, compañero o hermano; hay una banalidad en la conducta que no hace propicio dar más allá de lo normal, quizá sea apatía o por falta de caridad. Pero no damos y si hacemos eso es a cambio de un beneficio.
Cada persona busca alimentar su propio “yo” aquí y ahora, y no busca el bienestar más que para sí mismo, así entonces no hay negación de sí mismo, sino todo lo contrario hay negación de dar u ofrecer ayuda para con sus semejantes.
Triste realidad, pero así está hoy día el mundo hay una indiferencia y hasta un maltrato hacia los demás, pues la gente está envuelta en si misma sin mirar lo que preocupa a nadie.
Hay pobreza material y también espiritual, no miramos al otro sino para jusgarle o criticarle, no le vemos con ojos de misericordia sino de envidia, de prejuicio y arrogancia, pues sentimos que no está a nuestro alcance el ayudar siquiera con un consejo.
Pobreza intelectual mostramos al no saber entender la miseria humana que, por desgracia está a la vista, pero que bien podríamos ocuparnos al menos en escuchar la necesidad y dar así siquiera un consejo a quien lo necesita.
Negarse a uno mismo es querer y desear el bien para los demás pero que difícil entrar y entender ello. El mundo avanza a pasos agigantados en el hedonismo, ” el hombre moderno” no quiere escuchar el lamento ajeno, se hace sordo y ciego ante la necesidad de propios extraños. Triste realidad.
Es tiempo de pensar y reflexionar cómo podemos hacer más y mejor bien para con nuestros hijos, amigos, padres y hermanos y más aún con los que ningún lazo de amistad tenemos. Negarse a sí mismo es el principio de regresar a la buena relación humana. No hay de otra. Es por ello que existieron, mártires, santos y héroes, pues hubo cierta negación a si mismos, para darse a los demás.
¿Usted cómo hacer para vivir en la negación de su propio yo y se preocupe por los demás? Difícil de contestar está pregunta, pero no imposible de hacer el bien por y en beneficio de los demás.
Hacer todo lo posible dentro de los deseable en bien del semejante seguro nos traerá mejor y mayor beneficio emocional como sentimental sin menoscabo de nuestra propia felicidad. ¡Hágale pues!