Cuenta una leyenda que un día al palacio, llegó un nuevo asistente del Rey. Dentro de tantos asuntos a conocer, solo le faltó uno que no alcanzo a saber sobre el tema: el halcón real.
Un día mientas deambulaba por el palacio, vio por primera vez en su vida un halcón real.
Hasta entonces, el nuevo funcionario, jamás había visto semejante clase de “paloma”. De modo que tomó unas tijeras y cortó las garras, las alas y el pico del halcón.
‘ahora pareces un pájaro como es debido’ le dijo. ‘La persona que cuidaba de ti antes, te tenía demasiado descuidado’.
Es una auténtica desgracia de las personas de pensamiento estrecho que no conocen más que su mundo y que no tienen nada qué aprender; que no permiten que otros piensen diferente.
Es muy común que una persona de mirada estrecha se aferre a ajustar a los demás a sus criterios.
Queremos que los demás crean en lo que nosotros creemos, piensen como nosotros pensamos, actúen como nosotros actuamos y si no lo hacen, los tachamos de que están mal.
Somos tolerantes y muchas veces permisivos con nosotros mismos, pero intolerantes y ácidos con los demás.
Hoy toma la decisión de permitir que el otro piense diferente, que el otro sea diferente.
Todo parece que la era de la tolerancia nos volvió muy intolerantes.
El amor te hace ver a los demás como riqueza y no como amenaza.
Dios te bendiga.