Por Juan Carlos Hernández

Conocer, indagar, investigar allegarse de nuevos saberes y actualizarse en el día a día son predisposiciones que el individuo tiene para sí, hoy mañana y siempre en aras de encontrar elementos que le sirvan en la disyuntiva de hacer tal o cual acción o detenerse y no hacerla, pues nadie nace con experiencia alguna, sino acaso, con el conocimiento infuso.

Así pues, nos la pasamos en la vida entre la imperfección del conocimiento y la búsqueda del conocimiento científico y con ello encontrar conexiones entre las cosas y los sucesos, haciendo uso del aspecto gnoseológico, como del psicológico de ese extraordinario instrumento que es el conocimiento objetivo. El conocimiento objetivo si bien no es perfecto ni absoluto, tiene gran valor por lo significativo de sus descubrimientos y podemos tener fe en él.

Tenemos que enseñar a conocer y enseñar a percibir, a juzgar y a valorar las cosas, así que, percibir más razonar, nos dará el saber; importante para ello utilizar los sentidos que nos facultan a ver, mirar, oír y observar; el individuo después de percibir, empieza a reflexionar, a clasificar y a organizar las cosas e información percibidas, en forma sistemática. Por ese camino pasa del conocimiento ingenuo, al conocimiento científico.

Conocer es experimentar, no cabe duda que así es, el punto es allegarse buenas fuentes de información, de calidad y por supuesto verídicas, pues todo conocimiento adquirido nos dará la verdad de los hechos, siempre y cuando nos avoquemos a analizarlos, a confrontarlos y a documentarlos, empero, la razón y la inteligencia nos ayudarán a dilucidarlos, pues ninguna hipótesis será valiosa sin investigación sobre el tema que se ha propuesta  y claro, ello lleva invariablemente un orden en el conocimiento que se desea defender.

La educación en la academia, es también de relevante importancia y trascendental para el individuo, que se propone descubrir la verdad y la esencia de las cosas, en tal sentido la filosofía es una gran maestra de la vida, al ayudar a contestar los eternos porqués de las cosas, entonces comunicarnos y hacernos entender una vez que hemos adquirido el conocimiento, aunque no definitivo si engrandecido, rebuscado y comprobado, y así crear conciencia en lo personal y luego compartir lo que hemos adquirido: experiencia, datos, habilidades, información creíble.

De tal forma que, todo conocimiento debe tener un propósito invaluable como es el portador y dueño de él: ayudar al otro a progresar, a no dejarle en el piso de la ignorancia, sino a levantarle con el ánimo de hacerle partícipe de esa nueva información que le valga para el pensar y actuar, cosa más fácil pero tan poco usada por el hombre en este, el planeta tierra. No somos prefectos, pero sí perfectibles. Busquemos la esencia de las cosas. Desarrollemos nuestros talentos y engrandezcamos en el saber y hacer. El país requiere de gente más y mejor preparada. ¡Sea pues!

 

(infuso, a. 1. adj. TEOLOGÍA Se refiere a los conocimientos que, según la teología católica, se reciben directamente de Dios.)